Ocurrió precisamente esta mañana, durante un juicio a ocho ciudadanos chinos acusados de secuestrar al hijo de un compatriota para obtener un rescate de 100.000 euros. El juicio se celebraba en la Sección Séptima, que había nombrado a dos intérpretes de mandarín para que auxiliaran a los acusados con el idioma. Antes de comenzar el juicio, con los ocho chinos de pié, el presidente del tribunal se dirigió a uno de ellos:
--Usted, el de la camiseta verde. No sé cómo será en China, pero aquí se tiene que sacar las manos de los bolsillos...
Dicho y hecho, no hizo falta de intérprete, el chino se sacó las manos ipso facto. Por cierto, que el mismo chino de la camiseta verde, con nombre difícil de citar y de recordar, protagonizó otra anécdota cuando comenzó a sonarle el teléfono móvil con una musiquilla oriental.
--El que tenga móviles que los tire a la basura o los apague, el tribunal no está dispuesto a más interrupciones --dijo nuevamente el magistrado con tono vehemente.
Al final en el juicio lo que se esperaba: tres chinos reconocieron la autoría del secuestro y los otros contaron un cuento para decir que no tuvieron participación en el secuestro del niño, que tenía sólo nueve años.
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