Hubo de todo. Nervios, miedo, mareos, etc. El seismo llegó a los juzgados de Sevilla y provocó su desalojo. Cuentan algunos testigos que no habían pasado tanto miedo desde las famosas carreritas de La Madrugá desde el 2000. Lo primero que pensaron muchas personas fue que la tuneladora del Metro, ahora bajo el Prado de San Sebastián era la causante de tal movimiento, que provocó el zarandeo de sillas, mesas, y la caída de algunas banderas del despacho de una juez. No todo fue negativo, algunos lograron que se suspendiera su juicio y lo agradecieron públicamente: Un hombre alzó ayer los brazos en medio de la multitud que se hallaba congregada en los juzgados para dar gracias a Dios y exclamar: "Tengo un juicio por alcohol y no tienen razón. Te quiero, padre".
1 comentario:
Antes que nada advierto que lo que voy a escribir no es una crítica, sino una observación. La diferencia entre trabajar para uno, y tener que sacar trabajo adelante de forma perentoria y trabajar para el Estado es que cuando ocurren cosas como ésta, dejas de trabajar dos minutos para comentarlo con el del despacho de al lado, y vuelves a encerrarte con lo tuyo. La mayoría de las personas que desalojaron ese día eran funcionarios o trabajadores de empresas públicas. Sinceramente no digo que no sea sensato desalojar, quizás es lo que deberíamos haber hecho todos. En eso me refiero a lo de la diferencia.
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