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13 febrero 2007

Un conductor borracho irá a la cárcel después de diez sentencias condenatorias

La Justicia le advirtió una y otra vez hasta que al final ha asumido que pasará los próximos cuatro meses en la cárcel. Es la historia de un hombre de 45 años, identificado como J. L. R. L., que fue detenido por última vez el pasado 27 de enero. Su delito: conducir “haciendo eses” por la carretera A-8001, en el término municipal de La Rinconada. Cuando una patrulla de la Guardia Civil le sorprendió conduciendo de esta forma tan imprudente, comprobó que el motivo no era otro que el excesivo consumo de alcohol. Las pruebas de alcoholemia no hicieron más que confirmar lo evidente: tasas de 1,18 y 1,10 gramos de alcohol por litro de sangre, lo que multiplica por cuatro los niveles autorizados. Y lo peor es que no era la primera vez: el conductor había sido condenado en cinco ocasiones anteriores por conducir en estado de embriaguez y tenía otras cinco sentencias desfavorables por haber quebrantado otras tantas condenas. En estas circunstancias y con estos antecedentes, no resultaba extraño que el fiscal que se encontraba de guardia el día en que fue llevado ante el juez el conductor pidiera la máxima condena que establece el Código Penal Vigente. Y así ocurrió, el representante del Ministerio Público solicitó seis meses de prisión y que se le impusiera la prohibición de volver a conducir vehículos durante varios años. En estos delitos contra la seguridad del tráfico, las peticiones de la Fiscalía y las condenas, salvo excepciones, no suelen contemplar la imposición de penas privativas de libertad. Por lo general, las sentencias acaban castigando a los infractores con multas económicas.Pero la gravedad del caso de J. L. R. L. llevó al Ministerio Público a pedir su encarcelamiento. Sorprendente también fue la reacción del reo ante tal solicitud de la acusación pública: reconoció que eran ciertos los hechos que se le imputaban, que había conducido bajo los efectos del alcohol, y mostró su conformidad con la petición de la Fiscalía. Al aceptar los cargos en el mismo juzgado de guardia, el conductor obtuvo una reducción de un tercio de la posible pena, que quedó finalmente fijada en cuatro meses de prisión y la privación del permiso de conducir durante dos años y cuatro meses. El acusado también asumió ante el juez su ingreso en prisión.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo triste es la nimiedad de la pena comparado con el peligro generado, y que el Estado (o lo que queda de él) permita que no ingrese en prisión hasta la enésima vez que comete el mismo delito.
¿Y porqué pienso que con el nuevo ministro de justicia la cosa será peor?

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