Ocurrió hace unos días a las puertas de los juzgados. Un abogado se había citado con su cliente, de raza gitana, para explicarle cómo había terminado el juicio que había tenido y la sentencia que había puesto el juez.
--Lamento decirte que el juez te ha condenado, pero no te preocupes que vamos a apelar la sentencia --comentó el letrado.
--¡A pelarla, A pelarla! ¡A pelarla se va a ir el juez! --manifestó el condenado con absoluta espontaneidad.
Todo un ejemplo de que el lenguaje jurídico sigue causando confusión entre los ciudadanos.
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