El magistrado Francisco de Asís Molina, que instruye la causa por la desaparición y asesinato de Marta del Castillo, cree que Miguel Carcaño y su amigo Samuel Benítez se deshicieron del cuerpo más allá de las dos de la madrugada del pasado 25 de enero y no cuatro horas antes, como aseguró en su última declaración el presunto asesino.
El titular del juzgado de Instrucción número 4 de Sevilla dictó ayer un auto en el que rechazó la puesta en libertad de Samuel Benítez, que había sido solicitada por su defensa al estimar que nueve testigos habían ofrecido una coartada sobre los movimientos que realizó este joven la tarde en que ocurrieron los hechos. Para argumentar que los indicios de criminalidad contra Samuel "permanecen incólumes", el magistrado analiza las declaraciones que han prestado los propios imputados y los testigos, y llega a la conclusión de que Samuel dijo "parte de verdad" en la comparecencia ante la Policía, donde situó su colaboración "bien entrada" la madrugada del 25 de enero.
El instructor reflexiona que, aunque no se puede "conocer con exactitud" a qué hora fue sacado del domicilio de León XIII el cuerpo de la menor, lo que sí se puede "descartar de raíz" que es fuera a la hora que afirmó Miguel Carcaño en su última declaración y que, a juicio del instructor, sólo busca la exculpación de su hermano, Javier Delgado, y de la novia de éste, María García. "Ni tan siquiera el hecho de que unos testigos vieran a Miguel Carcaño con una silla de ruedas en el portal o pasillo de entrega de dicho inmueble en torno a la 01:30 horas de aquella madrugada, y el hecho de que sobre las 02:00 horas otro testigo viera a dos varones que se cubrían con las capuchas de sus sudaderas empujando una silla de ruedas con lo que a simple vista parecía una alfombra, moqueta u otro objeto similar colocado transversalmente sobre sus reposabrazos, puede llevarnos a la certeza de que lo sacaran a esa hora (en torno a las 2:00 horas) y no después", asevera la resolución judicial.
Frente a la petición de libertad realizada por la defensa, que se fundamenta en la última declaración de Miguel Carcaño -en la que exculpa directamente a Samuel- y en el testimonio de los testigos y de los posicionamientos de las antenas de telefonía móvil que avalan que este joven estuvo en Montequinto hasta las 2:15, el juez antepone sobre todo la propia declaración de Samuel, que ofrece "varias claves" sobre su participación en los hechos.
Dice el juez que todos los imputados manejan varias líneas de teléfonos móviles -algunas hoy "desconocidas" para los investigadores- y que después de matar a Marta "se encargaron de hacer desaparecer su cuerpo y de proporcionarse premeditamente cuantas coartadas tuvieron a su alcance para evitar ser descubiertos".
En cuanto a la confesión inicial, el auto señala que "no es sensato pensar que una persona que nada tuvo que ver en la desaparición de la víctima se autoinculpe admitiendo que colaboró para sacar su cuerpo" y añade que su cambio de declaración, retractándose por unas supuestas amenazas de la Policía, no tiene sentido. Para el magistrado las alegaciones del inculpado son "peregrinas" y constituyen "meras ocurrencias" tras conocer que los otros imputados habían ofrecido un horario diferente sobre el momento en que se deshicieron del cuerpo. El juez cree que a Samuel, conociendo que tenía coartada para las horas que ofrecieron sus amigos, no le fue difícil cambiar su declaración para "situarse como espectador de lo acontencido".
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