Un abogado estaba exponiendo su informe en juzgado de lo Penal que celebraba un juicio contra tres acusados de un delito de hurto de uso de vehículo. El letrado llevaba apenas dos minutos manifestando su tesis:
--Y como dice la doctrina y la jurisprudencia mayoritaria... --explicaba el letrado cuando fue interrumpido bruscamente por la titular del juzgado.
--Señor letrado, ¡Absténgase de citar jurisprudencia! --advirtió con tono vehemente la juez.
--Perdón, señoría, sólo pretendía exponer lo que la jurisprudencia... --intentaba continuar el abogado.
--¡Le repito, señor letrado, que no voy a permitir que haga usted ninguna cita de jurisprudencia, porque este tribunal está suficientemente versado sobre la misma! --espetó la juez.
--Sólo pretendía... --dijo el letrado, que fue nuevamente cortado por la magistrada.
--¡Sí, y si quiere se trae usted también el Aranzadi completo! --replicó la juez en tono bastante jocoso y sin dejarle terminar.
Esta anécdota fue recogida por el abogado Luis Romero, uno de los candidatos a decano del colegio. Que las relaciones entre los miembros de la judicatura y la abogacía no son fáciles es algo conocido y si no que se lo digan a ese otro abogado que solicitó en un juicio que se hiciera constar en el acta literalmente la respuesta que había dado un acusado en la vista oral. --¿Y para qué cree usted que está aquí el secretario, para tocarse las narices? -- fue la respuesta recibida.
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