Un promotor inmobiliario estaba declarando como imputado ante una juez por unas supuestas irregularidades. El caso parecía que debía ser tratado más como un asunto civil que en vía penal, todo apuntaba a que en realidad no se había cometido ningún delito, por lo que era probable el archivo de estas actuaciones. En medio de la declaración y cuando parecía que la juez iba a cerrar el caso, el abogado de la acusación particular intervino.
--¡Bueno, señoría! Ahora que esamos en un tono más informal me gustaría decirle que...
La juez le interrumpió de inmediato:
--¿Cómo que en un tono informal?. Estamos en un juzgado de instrucción y este señor está declarando en calidad de imputado, por lo que de informalidad nada de nada --replicó la juez.
El abogado se quedó estupefacto, aunque al final la juez procedió a archivar el caso en la vía penal. Este letrado aprendió que, delante de un juez y cuando se está desarrollando un acto judicial, no se deben perder las formas. Esta anécdota ocurrió hace tan sólo unos meses en un juzgado sevillano. ¿Adivinan donde?
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