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19 febrero 2006

El que esté libre de pecado que arroje la primera piedra

Los jueces de Instrucción, los que están en contacto más directo con los ciudadanos, están acostumbrados a tener que pronunciarse en los juicios de faltas sobre asuntos cotidianos y triviales, que en la mayoría de los casos acaban con la imposición de una multa leve o incluso la absolución ante la ausencia de pruebas. Más allá de las peleas entre vecinos, los insultos y las discusiones, que suelen acabar muchos de estos procesos inmediatos, de vez en cuando llegan a los tribunales denuncias insólitas, como la que ha protagonizado un vecino de Sevilla que ha denunciado a dos agentes de la Policía Local porque, según sostiene, le miraron el trasero a su esposa.
Como ocurre en este tipo de juicios, siempre hay dos versiones totalmente opuestas, que cada una de las partes se encarga de defender con vehemencia. La primera de estas versiones es la que mantiene el marido, un joven de 29 años, en la denuncia que presentó en una comisaría de la Policía Nacional el pasado 16 de enero, cuando ocurrieron los hechos. El relato comienza diciendo que se encontraba con su mujer a punto de entrar en un bar de la Avenida de las Ciencias, en Sevilla-Este, cuando observó a dos policías locales que viajaban en un patrullero y que, según el marido, “le estaban mirando el trasero a su esposa” (sic). Al percatarse de esta situación, se dirigió a los agentes, diciéndoles: “¡menos mirar y más trabajar!”, y a continuación siguió su camino no sin antes darse cuenta de que uno de los funcionarios, que estaba de copiloto, “sonrió” al oír sus manifestaciones. La cosa no quedó ahí porque, según el hombre, uno de los policías se acercó y le comunicó que iba a denunciar por una falta de respeto a la autoridad. El marido, continúa su denuncia, declaró de que consideraba que los que habían faltado al respeto eran los policías por haber mirado a su esposa. El marido defiende además que siempre se dirigió de forma “calmada y educada” a los funcionarios. Para el denunciante, uno de los agentes actuó con violencia mientras que el otro le “reconoció” que había ojeado a su acompañante.


Hasta aquí la versión del celoso marido, que no tiene nada que ver con el atestado instruido por la Policía Local de Sevilla, salvo en la polémica por las miradas. Según el testimonio de los agentes, todo comenzó cuando circulaban de patrulla por la avenida de las Ciencias y vieron a un hombre que hacía aspavientos con los brazos y que, una vez se aproximaron a su altura, se dirigió a ellos diciéndoles: “¿qué miras?, lo que tienes que hacer es coger golfos y dejar de mirar a las mujeres, sinvergüenza”.
El hombre se introdujo en el bar y cuando uno de los funcionarios le pidió explicaciones, volvió a insistir en sus comentarios. “Que te he ligao mirando a la parienta, que sois unos chulos y nada más que os dedicáis a mirar a las niñas, que la tienes muy dura”, recoge literalmente el atestado, que señala además que el hombre se tocaba la cara con la palma de la mano mientras pronunciaba las frases.
El policía, siempre según el atestado, le comentó que habrá sido un malentendido, puesto que ni siquiera se había percatado de la presencia de su señora. Las explicaciones del agente no hicieron más que provocar una nueva reacción irónica del marido. “Tú te crees que soy tonto y me voy a creer lo que me digas porque lleves ese uniforme y esa plaquita, artista”. En ese momento, el funcionario le anunció que iba a levantar acta para proceder a denunciarle. “Mira ahí tienes mi carné, escribe todo lo que quieras que me voy a tomar un café”, respondió el hombre, que acto seguido insistió en sus comentarios: “se os va a quitar las ganas de acosar a las mujeres, artistas, os voy a quitar el uniforme, y termina ya que tengo que recoger a la niña”, todo ello mientras gesticulaba.
El caso ha llegado a los juzgados de Sevilla, que han fijado para marzo un juicio en el que se resolverán en la misma vista las dos denuncias, la del marido y la de los agentes, y la juez tendrá que decidir quién falto el respeto a quién y si hubo o no realmente miradas al trasero de la señora.

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